El Gran Cambio
El paso del tiempo lo cambia todo y el modo que tenemos de asustarnos no ha sido una excepción...El concepto del miedo y la capacidad para sentirlo a variado. Las personas se han endurecido, ya no basta un sobresalto en la oscuridad o un irreverente monstruo asesino. Las nuevas generaciones de directores han tenido que adaptarse a los nuevos tiempos y buscar, en lo más recóndito del alma, ese hito oscuro, ese ennegrecido recuerdo que sea capaz de producir escalofrío y, en suma, de crear nuevas pesadillas que interrumpan nuestro placentero existir.
Si echamos un vistazo al género de terror más antediluviano nos encontramos con unas ideas fílmicas basadas en el claroscuro, en la sombra y la luz...o en la ausencia de ambas, creando un cine efectista. Todos recordamos a Nosferatu (1922), claro estandarte de este tipo de cine enmarcado en el expresionismo alemán. Versión del mito creado por Stoker que se filmó, no exenta de problemas por las querellas que interpuso la familia del escritor al querer cobrar derechos de autor, incluso después de que Murnau cambiara el nombre del film para evitar problemas legales. Aún así un tribunal condenó al director a destruir todas las copias de la película. Afortunadamente la sentencia no se cumplió en su totalidad salvándose alguna copia de la quema.
Los años fueron pasando y la Hammer se adueñó de los mitos del terror subconsciente, véase Dráculas, Hombres Lobo, Momias, Monstruos de la laguna, Frankensteins y otros seres de ultratumba....hasta que llegó Romero y lo revolucionó todo con “La Noche de los Muertos Vivientes” (1968) desde el nacimiento del cine en color y el cinemascope a nadie se le ocurrió mirar atrás y cuidarse del maltrecho B/N. Pero George A. Romero reclutó a un puñado de amigos y los puso delante de una cámara cargada de negativo y recreó un historia de zombis devora cerebros que, aun hoy en día, no ha sido superada. Fue, sin duda, la percusora del cambio.................. El terror se estaba remodelando...
Empezaron a nacer nuevas maneras de ver y hacer cine, se crearon subgéneros que a su vez se volvían a subdividir...el Gore...el Mondo... el Splash....las Scream Queens.......un reguero de estilos y maneras de aterrorizar que se hicieron innumerables.
Películas con asesino psicótico como “La Matanza de Texas (1974)”, “Las Colinas tienen ojos (1977)”, “Halloween (1978)”, “Psicosis (1960)”, “Viernes 13 (1980)”, “Scream (1996)”, ........Seres de ultratumba y posesiones como “Posesión Infernal (1983)”, “El Exorcista (1973)”, “La Profecía (1976)”, “Demons (1986)”.......Gore como “Holocausto Caníbal (1979)”, “Zombie 3 (1987)”........el listado seria infinito...tal fue la amalgama de sensaciones distintas que se tocaron en el espectador, desde el asco más profundo hasta la histeria más descerebrada, tal fue la reiteración de estos temas con secuelas y mas secuelas que se insensibilizó, casi de manera definitiva, al espectador. Ya nada producía esa sensación tan buscada que electrifica el vello y endurece la nuca, el Miedo había desaparecido de las pantallas...o al menos la capacidad de los directores para producirlo.
Se intentó, denodadamente y sin resultados, volver a los mitos más ancestrales, que hasta ese momento, habían sido garantía de éxito en taquilla y salvoconducto para conseguir un mínimo de pánico. Así Mel Brooks realizó una versión divertida y ocurrente del mito de Frankenstein. F.F.Coppola nos regaló una maravillosa versión del Drácula más incisivo y clásico. Joe Dante y John Landis hicieron lo propio con la licantropía en Aullidos (1981) y un Hombre Lobo americano en Londres (1981), respectivamente. Neil Jordan también aportó su grano de arena al mito licantrópico con su película cuasi onírica En compañía de lobos. Con el tiempo las versiones y revisiones se multiplicaron, con mayor o menor éxito, algunas consiguieron el reconocimiento de publico y critica, que no así otras, pero como obras cinematográficas que eran, no como catalizadoras o “creadoras” de ese buscado terror.
Era evidente que había necesidad de nuevas sensaciones. Así, sin saber muy bien de donde, empezaron a surgir directores con una nueva visión del horror, más moderna e intangible, más inquietante y próxima. Que bebían de fuentes como los cómics de la Warren, las leyendas urbanas, las experiencias psicotrópicas más exageradas, el rol, el misticismo, las pesadillas, lo irreal....y un largo etc que les daba la libertad creativa suficiente para reinventar el miedo y escupirlo, con toda su crudeza, en la cara del espectador.
Uno de los primeros directores españoles en bucear en este caldo de cultivo ha sido sin duda Alejandro Amenabar. Con una idea propia y basándose en la leyenda urbana de la existencia de Snuffs Movies, creencia de que hay un reducido circulo de personas que, a cambio de una “generosa” cantidad de dinero encargan el rodaje de una muerte en directo, con vejaciones y torturas incluidas.
Amenabar dominó a la perfección el tono de esta película, ambientándola en una, un tanto estereotipada, Universidad y como telón de fondo una tesis doctoral de un fascinado alumnado, llegando a crearse una atmósfera de tensión ascendente que desemboca en un clímax de terror muy bien trabajado. La primera piedra estaba puesta con Tesis (1996).
(Fanzine donde comenzó su andadura Jaume Balagueró)
Jaume Balagueró, segundo español en seguir esta estela y proveniente del mundo de los fanzines, (era director de Zineshock, revista marginal dedicada al gore más salvaje y a todo tipo de terror extremo), empezó realizando cortos donde el tema de la oscuridad y lo brutal se daban la mano, como clara muestra de ello nació Alicia
(Fotograma de Alicia)
Film que fue galardonado con el premio al mejor cortometraje en la selección oficial del Festival Internacional de Sitges de 1994 y Días sin luz. Dos pequeñas joyas de 1994 y 1996, respectivamente, en las cuales profundizaremos más adelante. Ya con un pie colocado en el otro lado de las sensaciones humanas logra que Filmax y su nuevo proyecto de productora de temática fantástica (Fastastic Factory) se interesen por su cine y le proponen adaptar una obra de Ramsey Campbell a la que titula “Los sin Nombre (1999)” donde las atmósferas claustrofobicas y asfixiantes son su mayor exponente, colocando en un primer plano el miedo que no se ve, pero que el espectador puede sentir en cada centímetro de película y, por ósmosis, en su piel. Este film fue galardonado en El Festival Internacional de Sitges de 1999 con el Melié de Plata y el premio a la mejor película, mejor actriz y mejor fotografía, obteniendo también en el fantasporto 2000 el máximo galardón a la mejor dirección y el premio de la critica.
(Fotograma de Aftermath)
Uno de los grandes desconocidos dentro de estos neodirectores, y que ha realizado una importante aportación a crear estas nuevas sensaciones tras la cámara, ha sido Nacho Cerdá con su opera prima Aftermath (1993), que aún siendo un cortometraje, consiguió en 1996, convertirse en un film de culto dentro de los aficionados al genero.
Una sala de autopsias, un terrible accidente de tráfico y un especialista forense es el arranque de este corto. A partir de aquí podremos observar la crudeza de la muerte en primera persona, disecciones, comentarios forenses y necrofilia, todo unido en un espectáculo ponzoñoso y enfermizo que no deja indiferente al espectador.
Poco a poco se va haciendo habitual entre los directores noveles el pulsar sentimientos por la mayoría enterrados, causando así un compendio de sensaciones que devuelven al espectador la inquietud y el recelo perdido basándose en secuelas, reiteración temática y poca imaginación.
Volviendo a Cerdá, decir que, quizás, el gran publico se declaré desconocedor de esta película carnal y obsesiva. Puntualizar que es una única obra rodada en su totalidad en el Instituto Forense del Hospital Clínico de Barcelona. Este metraje, consiguió destacar en la semana del cine de terror en Sevilla de 1995 recibiendo el premio del público al mejor cortometraje.
Son innegables las influencias de Jöng Buttgereit, el maestro alemán del cine excesivo, en Nacho. Como también se notan las reminiscencias de Nekomantik (1988) o Nekromantik 2 (1990) durante todo el film.
Poco a poco, estas nuevas tendencias, se van generalizando, el terror al uso desaparece, el objetivo final de los directores ya no es solamente asustar, es también sorprender, cambiar de código y registro continuamente para que el espectador siempre acabe asombrado. Uno de los directores que mejor lo han conseguido es sin duda David Fincher, solamente con 5 films se ha colocado entre lo más granado de la dirección. Alien 3 (1992), Seven (1995), The Game (1997), El club de la lucha (1999) o La habitación del Pánico (2002), dicen mucho de las posibilidades de este creativo.
Cada una en su especial estilo, barajó sensaciones viscerales, sentimientos internos jugando hasta el final con lo evidente, pero sin mostrarlo. Hacer cómplice al espectador, partícipe de la trama, hasta identificarse totalmente con la historia, hasta llegar a un extremo tal, que lo que sienten los personajes lo siente el espectador. Este miedo empático es el estandarte de esta nueva generación de directores. Casi hechos a la carta para este nuevo milenio.
Al ver los resultados tan positivos producidos entre crítica y público, empezaron a surgir un montón de nuevos creadores. En concreto nació una nueva tendencia, el terror oriental, gran cantidad de directores del otro lado del hemisferio inundaron con sus películas, y su peculiar versión de pasarlo mal, todo occidente, cruzando sus obras por primera vez el charco. Tras los 70 y sus incontables películas de Artes marciales popularizadas en un principio, por un pletórico Bruce Lee y sus sucesores Jason Scott Lee, Chakie Chan y todo un elenco de actores & luchadores.
Casi sin hacer ruido llega el cine oriental de terror, cuyo mayor exponente, sin duda alguna, ha sido “Ringu” en occidente traducida como “The Ring (1997)”.
Curiosa y sorprendente película ambientada en un símil de leyenda urbana que trata sobre una película de video que aquel que la ve, a la semana muere inevitablemente. Con este film, ovacionada en el Festival Internacional de Sitges del 1997, donde fue visionada por primera vez por el publico Europeo, el director Hideo Nakata, puso sin duda, la primera piedra, para que este tipo de cine llegado de Oriente fuera visto sin recelo. Aunque un poco lenta en su comienzo tiene un final impagable.
(Fotograma de Cypher (2002), también producción del Hideo Nakata)
Volviendo a la creatividad de nuestro hemisferio, ese mismo año se estrena una extraña película Canadiense donde la claustrofobia, el desconcierto, y las relaciones humanas llevadas al máximo nos muestran a un grupo de personas encerradas en un gigantesco cubo lleno de trampas mortales. Nadie sabe como han llegado allí, y por supuesto no será tarea fácil salir de ese lugar.
El director Vincenzo Natali consiguió con “The Cube (1997)”, con poco presupuesto y un mucho de inspiración una de las películas catalogadas entre las diez mejores de esa década. Sólo reprocharle su similitud a un episodio de La dimensión desconocida titulado “Cinco personas buscando una salida” (1961).
Quién no recuerda la frase dicha entre susurros “..... Ha veces veo muertos...”que se utilizó en la promoción de la exitosa película de M. Night Shyamalan “El sexto sentido (1999)”. Evidentemente tras escribir y dirigir esta original historia de fantasmas y darle una nueva vuelta de rosca al, hasta el momento agotado tema de aparecidos, este director de ascendencia india se ganó el apelativo de buen cuenta cuentos. Con sólo cuatro películas se ha colocado entre el starsystem de la dirección americana.
Siguiendo en la misma línea de “cine diferente” y repitiendo como actor protagonista el muy criticado Bruce Willis crea de la nada “El Protegido” (2000), mucho más previsible pero con ese encanto de lo nuevo en la pantalla, y una química especial en cada fotograma, sin llegar al nivel su opera prima pero con un alto nivel de sorpresa.
Su obra “Señales” (2002) nos muestra a un Mel Gibson, en horas bajas, luchando contra unos fenómenos extraños bastante predecibles, sin duda la más floja del trinomio del autor. Destacar que se intuye una pequeña moralina o mensaje subliminal sobre lo importante que son las pequeñas cosas......
Y “El Bosque (2004)” con el retorno a las pantallas de la estupenda Sigourney Weaver, donde el horror a lo desconocido esta más cerca de lo que pensamos.
Poco a poco esta nueva manera conceptual de entender el terror se va generalizando y se olvidan mitos o remakes clásicos en su estado más puro, pero no se deja de lado el utilizar “fenómenos” cinematográficos de buen resultado comprobado en taquilla, aunque se pasa por el finísimo tamiz de la óptica del neo terror. Claro ejemplo de este tipo de “nueva mitología” la podemos ver en Annibal Lecter, alter ego de Anthony Hopkins. Tras dos exitosas películas centradas en este caníbal, El Silencio de los corderos
(1991) Y Hannibal (2001) se ha realizado una tercera, que en realidad seria la número cero ya que Brett Ratner, el director, se a apuntado a esta moda “tan irritante” de las “precuelas”, titulada “Red Dragon (2002)” donde se nos muestra a un primigenio Hannibal, de nuevo en la cárcel, que ayuda al agente Will Graham a capturar a otro asesino en serie conocido como Tooh Fairy interpretado por un magnífico Ralph Fiennes. También basada en la novela homónima de Thomas Harris y que, curiosamente, ya fue llevada a la gran pantalla en 1986 por el mítico director Michael Mann bajo el titulo de “Manhunter, Red Dragon (1986)”
Y si comentamos algún mito un poco más clásico podemos ver a una remodelada versión del hombre lobo en “Dog Soldiers (2002)” coproducción realizada por Gran Bretaña y Luxemburgo donde un expeditivo Neil Marsall (director) nos muestra una “sabrosa” película donde la acción, el terror y el gore se entremezclan de forma brillante. Parte de este merito lo tiene sin duda Bob Keen, experto en efectos especiales cuyas credenciales incluyen films como Hellraiser (1987) o Horizonte final (1997).
También hemos observado que los directores tienden a no ser muy definitorios en sus estilos. El cine de género puro y duro ha desaparecido, sobre todo en el terror. Un ejemplo claro y reconocible lo encontramos en la película “El día de la Bestia” (1995) de Alex de la Iglesia, donde se mezclan, hasta confundirse, comedia y terror. No sabiéndose muy bien si estamos viendo una película de miedo con tonos cómicos o una comedia con pinceladas terroríficas. En este tipo de mezclas Alex es un maestro, “Acción Mutante” (1992), “La comunidad” (2000), “800 balas” (2002), o más recientemente “Crimen Perfecto (2004), son una evidencia palpable de esta mezcolanza. Sin duda un ejemplo a seguir.
Es evidente que en el negocio del cine si algo funciona puede llegar a repetirse hasta la saciedad. Es por ello que ha vuelto Michael Myers el autista sicótico en, parece ser, o así la venden, el final definitivo: “Hallowen Resurrección (2002).
Cuando un grupo de adolescentes gana un concurso para pasar una noche en la casa donde nació Michael Myers mientras se emite en directo por televisión, cree que se divertirán un poco y conseguirán algo de publicidad gratuita. Pero las cosas empiezan a ir terriblemente mal y el juego se convierte en una lucha para conseguir salir con vida de la casa.
Con HALLOWEEN: RESURRECTION, la saga HALLOWEEN regresa a casa... literalmente. Bienvenido de nuevo al hogar de Michael Myers en Haddonfield, Illinois, el espeluznante lugar donde, en 1963, se desató por primera vez su irrefrenable reino del terror con el asesinato de su hermana mayor. Ahora, en una época catódicamente diferente, el lugar está apunto de verse invadido por un grupo de jóvenes aventureros, listos, atrevidos y seguros de si mismos– armados con equipos de vídeo digital y conexiones a Internet – que son utilizados para presentar el más novedoso concepto dentro del campo del entretenimiento de “realidad”.Todo parece un juego y una diversión, hasta que ÉL regresa de nuevo, en vivo y en directo.
HALLOWEEN: RESURRECTION representa el regreso del director Rick Rosenthal, que dirigió “Halloween 2” (1981) (¡Sanguinario!) hace dos décadas y ahora aporta una visión totalmente nueva a una de las sagas más duraderas del cine de todos los tiempos. El reparto incluye a la actriz del film original, Jamie Lee Curtis en el papel de la legendaria reina del grito.
Al final, todo el mundo acaba regresando a casa – y HALLOWEEN: RESURRECTION es una oportunidad para la leyenda de Michael Myers de volver finalmente a su lugar de nacimiento: la típica casa del medio oeste que se convirtió en una piedra angular del mal cuando él reveló por primera vez su infinita obsesión con el terror. El tipo de mal que representa Myers nunca muere, y ahora el secreto de su resurrección se revela en esta entrega totalmente nueva. También representa la oportunidad de enviar rápidamente el legado de Michael Myers hacia el nuevo milenio. Myers se despierta en un mundo donde se ha convertido en algo más que el temible rostro del mal – un mundo donde él y sus numerosos asesinatos se han convertido, con el paso de los años, en tema de chats por Internet, vídeos caseros y reality-shows. Por primera vez, sus maldades son captadas en directo por las cámaras ante un público estupefacto
Han cambiado muchas cosas en dos décadas, y Rosenthal, el director, se sintió entusiasmado de poder aportar la nueva tecnología del cine al primer episodio de “Halloween” de este nuevo milenio.
Sumemos a todas estas sensaciones las ultimas aportaciones al terror "cotidiano" como REC, The Wailer, Ruinas y un sin fin de remakes y tendremos la ecuación perfecta del pánico actual.
Americanos, asiáticos, europeos y españoles han coincidido, casi simultáneamente, en apoyar, con grandes films, este giro fundamental en temáticas y formas narrativas.
Poco a poco, en estas páginas, encontrareis desgranado con todo lujo de detalles, (muchos de ellos en primicia), todas estas tendencias, los nuevos directores estudiados con minuciosidad y esas películas de neogénero salpicadas con la sangre justa y las imágenes precisas.
Sin duda tenemos nuevas sensaciones que compartir y, muchas de ellas, creadas a partir de estos directores y sus fotogramas.
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